ESCAPE ROOM

Reflexiones de una 121

No es tristeza, temor ni rabia, es reflexión de lo que pudo haber sido y no fue, porque alguien no me supo leer.

Hoy soy una mujer adulta con la vida ya resuelta, mejor o peor, pero resuelta tal y como aquel mes de septiembre de 1976 alguien resolvió mi 121 y mis altos percentiles matemáticos, espaciales y creativos en meros delirios de grandeza.

Yo, como tú, era una niña perdida en la inmensidad de mis pensamientos, de mis emociones, de mi peculiar modo de ver la vida y porque no decirlo … de mi aburrimiento de un aula dormida, sin movimiento, retraída en una silla que me hacía sentir sin vida.

Aquellas pruebas, que me tomé como un soplo de aire fresco parecían ser mi billete a un mundo nuevo. Alguien, por fin, iba a escucharme pensar, iba a sentirme imaginar e iba a poner a aquella niña en su lugar. Pero nada de eso sucedió como debería haber sucedido. De repente, mi salvoconducto se dio la vuelta y me atacó, directo al corazón …

El resultado de aquellas pruebas que hoy sería claramente “Altas Capacidades intelectuales” determinaron que se trataba de una niña inteligente, pero vaga y que padecía un trastorno de delirio de grandeza o “Megalomanía” que lo llaman ahora.

Y así, con más pena que gloria el sistema escolar me soltó de la mano y me perdí.

Hoy no soy lo que podría haber sido porque ellos, que me tenían delante, no me supieron ver.

Roca Ambolesca, Flor

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